Diez reflexiones de los comicios asturianos y andaluces

  1. La crisis castiga a quien gobierna, se llamen Zapatero, Berlusconi o Cascos. Lo ha demostrado esta doble cita electoral, que se ha llevado por delante al presidente de Asturias -Foro ha perdido las elecciones- y al PP en Andalucía, que, aunque no gobernaba, tenía en Arenas al presidente in pectore’ durante toda la campaña. El PP ya ha perdido sus primeras elecciones de esta crisis, sólo cuatro meses después de que Rajoy haya llegado a La Moncloa. 
  2. La abstención significa hastío democrático. En un sistema maniqueista en el que toda batalla política se presenta en términos de destrucción del adversario, sin un mínimo interés por entusiasmar al electorado propio, las bajas cifras de participación demuestran el hartazgo de una ciudadanía que ha tenido que pasar ya por demasiadas urnas y demasiados aros. En Andalucía ha votado el 62,23% (abajo tópico, por cierto: esta vez no se puede decir que la baja participación beneficie a la derecha) y en el Principado la cifra es todavía más preocupante: 55,9%.
  3. La corrupción sí se castiga en el PSOE. Aunque muchos pensarán que los escándalos de los ERE en Andalucía bien valían una mayoría absoluta para el principal oponente de los socialistas, lo cierto es que esta sinvergonzonería le ha costado al PSOE la pérdida de la mayoría absoluta y de nada menos que nueve escaños. De hecho, los socialistas han perdido masa electoral desde noviembre, cuando el PP les vapuleó en esta región. En la amarga noche electoral del 20-N, el PSOE notaba el aliento de 1.590.844 andaluces; ahora han sido 1.523.469. Menos, incluso.
  4. Otro cantar es que el PP de Andalucía sólo haya podido arañar en esta campaña un puñado de votos, insuficiente para la mayoría soñada, o que muchos votantes de izquierdas hayan castigado al partido de Griñán de la forma más ‘natural’: votando a la otra alternativa de izquierdas, IU, que ha duplicado su representación y ha obtenido más de 437.000 votos, cuando hace cuatro años recibió unos 280.000. Parece que la izquierda no se ha quedado esta vez en casa y, ante la decepcionante expectativa de votar al PSOE, han decidido por sumar con la coalición de Lara y Llamazares para evitar que el PP acaparase más poder institucional.
  5. Ha corrido más tiempo político entre noviembre de 2011 y marzo de 2012 del que había transcurrido anteriormente entre mayo de 2011 y noviembre. Me explico: si Barreda perdió las elecciones de Castilla-La Mancha por la mínima y en Extremadura sólo el pacto fallido con IU impidió que el mapa español se tiñese un poco menos de azul, ahora la victoria en Asturias -que no vale para gobernar, pero enmienda los resultados de la anterior cita- y el más que posible pacto con IU en Andalucía denotan que algo ha pasado en los últimos meses. Y es más evidente si se advierte que el PP ha perdido casi una cuarta parte de su respaldo electoral (de 1.982.000 votos a 1.567.000). Dicho de otro modo: hace cuatro meses la formación de Arnas sacó más de 400.000 votos más a la de Griñán; ahora le ha sacado menos de 40.000.
  6. El PP tampoco genera confianza. Si Rajoy prometió que presidiría el gobierno de la verdad, su credibilidad puede estar en entredicho. Después de sus primeros movimientos con una reforma laboral que jamás detalló en campaña y una subida de impuestos que había negado meses antes de llegar a La Moncloa, esta vez algunos han desconfiado de que, una vez ganadas las elecciones andaluzas, los populares no fuesen a desenmascarar su ‘programa oculto’, que diría Rubalcaba. Muchos andaluces picaron el 20-N; esta vez no. Tal vez esto explique la enorme diferencia entre el incontestable triunfo de hace unos meses y la pírrica victoria de ahora.
  7. El PSOE compromete seriamente dos de sus principales feudos. En la situación actual, bien puede uno apresurarse a decir que los socialistas se han salvado del desastre más absoluto ganando en Asturias y gobernando en Andalucía. Bien merece el análisis detenido: ¡Qué bajo ha llegado a caer el socialismo español en los últimos tiempos para no lograr mantener sus mayorías -no ya absolutas- en dos de los feudos indiscutibles!
  8. El voto emigrante puede ser clave en Asturias. En una región con una tradición de indianos tan grande, donde el número de papeletas llegadas del otro lado del charco no es testimonial y en la que los partidos vuelcan fuerzas para hacer campaña en el exterior, el recuento será exhaustivo y no sería de extrañar que alguno exija revisar uno por uno estos sufragios con acento argentino. Habrá que esperar.
  9. El que la sigue, no siempre la consigue. Mal ejemplo había cundido con Rajoy, que era capaz de caer doblemente derrotado y esperar a ver si la tercera era la vencida, como fue. En el caso de Javier Arenas, ya son cuatro las derrotas que carga sobre el palmarés de sus decepciones. Es momento de que alguien se lo diga: «A casa, campeón». ¿Será Rajoy quien tenga el descaro de hacerlo?
  10. Una vez más, los votos no valieron igual para todos. La ley electoral sigue siendo sumamente injusta con las formaciones pequeñas. En Asturias, a los tres partidos mayoritarios cada escaño les representa a unas 10.000 personas (número arriba y abajo: 10.000 para el PSOE, unos 9.500 para Foro y unos 10.700 para el PP); sin embargo, los cinco diputados de IU suponen de media un grueso de 13.800 votos y el de UPyD se eleva a 19.000. Si han votado 503.000 asturianos y había 45 escaños en juego, lo lógico es que cada uno hubiese ‘costado’ reunir 11.177 sufragios. En Andalucía la comparativa es todavía más sangrante: el PP tiene una representación de 50 escaños en el Parlamento regional, con una media de 31.340 votos detrás de cada diputado; al PSOE le cuesta mil votos más cada escaño, de media; y a IU, todavía más: casi 36.500 votos. Lo aberrante de este sistema ‘representativo’ es que UPyD, con 129.000 votos se queda sin sitio en la cámara (el PP con esa cifra suma cuatro) y el Partido Andalucista desaparece de este foro, a pesar de 96.000 votos que, de media, supondrían tres diputados de una de las dos fuerzas mayoritarias. Dicho de otro modo, si han votado 3.876.780 andaluces y hay 109 sillones en el parlamento, lo lógico es que cada diputado estuviese avalado por algo más de 35.500 votos; así las cosas, con una circunscripción única el PP habría tenido seis diputados menos, el PSOE rayaría los 43 (es decir, cuatro o cinco menos); IU mantendría la representación; UPyD tendría al menos tres representantes; y el PA, dos o tres. Este sería un reflejo mucho más fiel en escaños del respaldo social de cada formación y no comprometería en nada la gobernabilidad de la Junta de Andalucía.PD – Tremendo patinazo de los pronósticos de las encuestas, por cierto.

Acerca de RM1980

Rubén Madrid, periodista nacido en Madrid (1980), ejerce desde finales de los noventa. Tras sus estudios en la Complutense ha desarrollado labores de redactor en medios de Madrid, Murcia, Asturias y Guadalajara. Hasta mayo de 2012, fue jefe de la sección de Provincia en El Día de Guadalajara. En los últimos años ha colaborado en diversos medios como periodista freelance, ha recibido el Premio de Periodismo de Medio Rural de la APG y la Diputación por un reportaje en Cultura EnGuada, de la que fue fundador y colaborador habitual. Su verdadera vocación era ser dibujante de mapas. Actualmente está acabando los estudios de Sociología en la UNED. Ha recibido los premios Libertad de Expresión (2011 y 2015), Medio Ambiente Industrial (2011) y Medio Rural (2014) de la Asociación de la Prensa de Guadalajara. Ha desarrollado también labores de comunicación para festivales culturales de Guadalajara y en la Consejería de Cultura de CLM. En Twitter, @Rb_Madrid.
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